Ser madre en América Latina es un camino lleno de matices; es alegría, y entrega, es acompañar a los hijos, construir una familia y nutrir sus lazos, una labor que a menudo pasa desapercibida o sin el reconocimiento que se merece.
Hoy más que nunca, necesitamos destacar y honrar el trabajo que implica ser madre.
En generaciones pasadas, las mujeres lucharon por desarrollarse profesionalmente, pavimentando caminos y demostrando sus capacidades en diversos ámbitos.
Una de sus prioridades fue formarse profesionalmente, y tener una voz. Al mismo tiempo de que ocurría eso, muchas de ellas fueron madres, sosteniendo hogares mientras abrían puertas para las futuras generaciones.
Gracias a su esfuerzo pionero, las jóvenes de hoy encontraron un camino mucho más accesible para desarrollarse en múltiples ámbitos de la vida.
Hay que destacar que, la maternidad es también una vocación y una profunda entrega que transforma a la mujer, ofreciéndole un crecimiento significativo, al igual que otras facetas de la vida. Históricamente interpretada de diversas formas, hoy, es crucial valorarla como un camino de realización personal que puede coexistir con otras aspiraciones diferentes.
La maternidad es una experiencia humana profunda, llena de amor, de imaginación, entrega y libertad.
